Una tregua global con un enemigo claro Este martes, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció desde Washington una pausa de 90 días en la aplicación de aranceles a gran parte del mundo, una decisión que busca aplacar tensiones comerciales con socios clave. Sin embargo, la tregua no incluye a China, que enfrentará un aumento arancelario récord del 125%, intensificando la guerra económica entre las dos potencias. El anuncio provocó una respuesta inmediata en Wall Street: el índice S&P 500 trepó más de un 7%, reflejando el optimismo de los inversores. “Queremos estabilidad, no caos”, afirmó el secretario del Tesoro, Scott Bessent, subrayando que la medida no es un retroceso, sino un ajuste táctico. Trump, por su parte, apuntó directo a Pekín: “China ha jugado sucio demasiado tiempo; nosotros no vamos a seguir mirando para otro lado”. China responde y sube la apuesta Lejos de quedarse de brazos cruzados, el gobierno chino reaccionó con dureza. Elevó al 84% los aranceles sobre productos estadounidenses como alimentos, autos y maquinaria, y llevó su queja a la Organización Mundial del Comercio (OMC), acusando a Washington de “prácticas discriminatorias”. Este intercambio de golpes evidencia que el enfrentamiento trasciende lo comercial y se juega en el terreno del poder global. La Unión Europea y otros países siguen el desarrollo con cautela. El canciller alemán advirtió sobre “un clima económico incierto”, mientras varias naciones ya negocian con Estados Unidos para extender la pausa arancelaria más allá de los 90 días. En un mundo interconectado, las ondas de esta decisión se sienten desde Bruselas hasta Buenos Aires. ¿Qué hay detrás de los aranceles? Los aranceles, marca registrada de la política “América Primero” de Trump, son impuestos a las importaciones que buscan proteger la industria local, pero a menudo desatan represalias y subas de precios. Desde su llegada al poder, el magnate los usó contra aliados como Canadá y rivales como China, desatando una guerra comercial que aún no encuentra fin. Ahora, con esta jugada, relaja la presión global, pero concentra el fuego en un solo adversario: Pekín. Estos 90 días serán clave. Mientras Trump busca reafirmar el liderazgo estadounidense, China pelea por su lugar en el nuevo orden mundial. Lo que ocurra en este plazo podría definir no solo el comercio, sino el equilibrio de poder en las próximas décadas. Más en www.tapadeldia.com.