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¿Por qué Argentina no tiene trenes? Historia, abandono y consecuencias de una red que fue orgullo nacional

Argentina tuvo uno de los sistemas ferroviarios más importantes del planeta, pero hoy sus trenes son escasos, lentos y olvidados. En esta investigación exclusiva de TAPA DEL DÍA, te contamos cómo llegamos a este presente, quiénes lo desmantelaron y cuántos camiones podrían desaparecer de nuestras rutas si se recuperara el tren como política de Estado.

  • 12/04/2025 • 10:06
Investigación exclusiva de TAPA DEL DIA.

 

En el siglo XIX, Argentina fue pionera en infraestructura ferroviaria. Con más de 47.000 kilómetros de vías activas en su momento de auge, el tren articulaba no solo la economía nacional, sino también la vida de millones de personas. Hoy, el sistema está reducido a su mínima expresión, y las rutas están saturadas de camiones. ¿Qué pasó en el medio?

Desde TAPA DEL DÍA (www.tapadeldia.com), reconstruimos los hitos de esta decadencia para entender por qué Argentina abandonó un modelo eficiente, económico y estratégico.

1857: El inicio de una revolución

El 30 de agosto de 1857 se inaugura el primer ferrocarril en Argentina: un trayecto de apenas 10 km entre el barrio porteño del Parque y La Floresta. A partir de allí, la red ferroviaria se expandió de forma explosiva, sobre todo con capitales británicos y franceses, que vieron en el país un enorme potencial agroexportador.

1880-1930: El auge del sistema

La llamada "República del tren" permitió la fundación de pueblos, la conexión del interior con los puertos y una organización territorial que hoy parece ciencia ficción. Para 1914, Argentina tenía más kilómetros de vías que Alemania y era el país con más trenes de América Latina. La economía creció al ritmo de la locomotora.

1948: Nacionalización y primeros problemas

Durante el primer gobierno de Juan Domingo Perón, se nacionaliza la red ferroviaria y se crea Ferrocarriles Argentinos. La medida fue celebrada como un paso hacia la soberanía económica. Sin embargo, ya comenzaban los problemas estructurales: falta de mantenimiento, sobrecarga administrativa y competencia desigual con el transporte automotor.

1950-1980: El comienzo del estancamiento

El Estado mantuvo la red, pero sin grandes inversiones. El crecimiento del parque automotor y la construcción de rutas pavimentadas cambiaron el paradigma del transporte. El tren fue perdiendo relevancia, mientras se cerraban ramales poco rentables y se abandonaban estaciones clave en el interior del país.

Década de 1990: Privatización y desguace

Durante el gobierno de Carlos Menem, el golpe fue definitivo. Con el argumento de achicar el gasto público, se privatizaron los trenes de carga, se eliminaron los de pasajeros de larga distancia y se cerraron más de 20.000 km de vías. Miles de pueblos quedaron incomunicados, sus economías colapsaron y comenzaron las migraciones hacia los centros urbanos.

El Estado dejó de tener control sobre los trenes, y las empresas concesionarias priorizaron ganancias por encima del servicio público. El abandono fue total. En menos de 10 años, el tren dejó de ser parte de la vida cotidiana.

2000-2020: Intentos de recuperación

Algunos gobiernos intentaron reactivar el servicio de pasajeros, como el Tren a Mar del Plata o el Tren de las Sierras. En 2015 se creó Trenes Argentinos, con inversiones parciales y ciertas mejoras. Sin embargo, los resultados son dispares: hay ramales que funcionan bien y otros que siguen inutilizables.

¿Cuántos camiones podríamos sacar de las rutas?

Argentina transporta más de 500 millones de toneladas de carga por año, y más del 90% de esa carga se mueve en camiones. Un solo tren puede reemplazar entre 40 y 60 camiones por viaje.

Si se recuperara solo el 30% del transporte de carga por tren, se podrían sacar entre 4 y 6 millones de camiones por año de las rutas, reduciendo accidentes, consumo de combustible y desgaste de la infraestructura vial.

El tren como solución económica y ecológica

En tiempos de crisis, pensar en el tren no es nostalgia: es estrategia. Reduce costos logísticos, es más ecológico, permite el desarrollo regional y evita la hiperconcentración poblacional en pocas ciudades. También genera empleo y activa industrias como el acero y la metalurgia.

El futuro del país no puede estar sobre ruedas, sino sobre rieles. La decisión es política.

Desde la redacción de TAPA DEL DÍA, seguiremos informando sobre las verdades que otros medios callan. Para leer más investigaciones locales, entrá en www.tapadeldia.com.