La confirmación de la condena a seis años de prisión para Cristina Fernández de Kirchner, avalada por la Corte Suprema, encendió una nueva chispa en la interna peronista, que lejos de unir fuerzas, evidencia la grieta cada vez más profunda entre el kirchnerismo duro y el gobernador bonaerense, Axel Kicillof. El entorno del mandatario provincial acusa a la cúpula K de “hacerle el vacío” y dejarlo afuera de la reunión de emergencia celebrada este jueves en la sede del PJ. “No hay unidad ni voluntad”, repiten quienes rodean a Kicillof, convencidos de que su proyecto de liderar la etapa post CFK irritó al núcleo duro de la expresidenta. La versión oficial de que la cumbre era solo para gobernadores quedó desmentida cuando Ricardo Quintela, mandatario riojano, participó activamente del cónclave y hasta se reunió a solas con Cristina. La ausencia de Kicillof, explican, fue más un mensaje político que un error de agenda: hoy su figura aparece cada vez más aislada dentro de la estructura kirchnerista. “Si no te invitan a las reuniones, encierran a Cristina y pretenden digitar todo, no hay forma de acordar”, se quejó un dirigente bonaerense alineado con el gobernador. El resentimiento viene de larga data: en su última aparición en el PJ fue hostigado y hasta insultado por legisladores kirchneristas que le recriminan desafiar la conducción de CFK. En paralelo, desde el kirchnerismo retrucan que Kicillof desaprovecha cada instancia para alinearse. “Pierde centralidad hasta con Massa por alejarse de Cristina”, lanzó un referente del círculo íntimo de la expresidenta, sintetizando el malestar por la puja de liderazgo que amenaza con dinamitar cualquier intento de lista única. Hoy el peronismo baraja tres caminos: consolidar una lista de unidad bajo el mando de CFK, permitir que Kicillof y su espacio disputen por afuera con respaldo de intendentes propios, o directamente habilitar una fractura electoral que fragmente el voto y deje servido el terreno para Javier Milei. “Si nacionalizamos la elección, nos gana Milei”, admiten cerca del gobernador, quienes confían en sumar a intendentes massistas para reforzar su armado. Mientras tanto, en la vereda de enfrente, la consigna es clara: “La unidad es con Cristina a la cabeza”. La interna, lejos de cerrarse, se recalienta en la antesala de un año clave. Los actores coinciden en algo: ni Kicillof ni CFK aceptan subordinarse. Y sin conducción única, la fractura parece inevitable. “No hay unidad ni voluntad”, se resignan desde ambos bandos, mientras el reloj electoral avanza sin piedad. Diario TAPA DEL DÍA Opinión pública: La confirmación de la condena a CFK expone la fragilidad de una coalición peronista que, más que unida frente a la adversidad, hoy muestra su peor cara: egos en disputa, liderazgos paralelos y una sociedad que observa cómo la falta de acuerdo interno puede allanarle el camino a la oposición liberal. La historia demuestra que cuando el peronismo se fragmenta, el poder cambia de manos. Este podría no ser la excepción.