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Superó su adicción a la cocaína con una idea de sus padres y hoy da trabajo a jóvenes en recuperación

Ayrton Silva cayó en las drogas a los 17 años mientras estudiaba Derecho en Mar del Plata. Tras una confesión familiar, sus padres improvisaron un centro de rehabilitación en su casa de Maipú. Hoy, una década después, lidera una empresa y emplea a chicos que luchan contra la misma oscuridad. Una historia real de caída, redención y propósito.

  • 28/06/2025 • 10:02

A los 17 años, Ayrton Silva dejó su pueblo natal de Maipú, en la provincia de Buenos Aires, para comenzar a estudiar Derecho en Mar del Plata. Lo que prometía ser una etapa de crecimiento se convirtió en una espiral oscura: la cocaína apareció en su vida y lo consumió durante años.

“Mis viejos me mandaban plata para comer, y yo en vez de comprar comida, compraba droga”, recuerda Ayrton, hoy con 27 años. Durante su etapa universitaria vivía solo y sin control. La adicción avanzó con fuerza hasta dejarlo al borde del colapso. Una sobredosis lo llevó a tocar fondo. “Me desperté al otro día y desayuné droga”, confesó con crudeza.

El momento de quiebre llegó en una cena familiar. Tomó un colectivo desde Mar del Plata hasta Maipú y, frente a sus padres, hizo la confesión más difícil: “Me estoy drogando, necesito ayuda porque me estoy pasando”. Esa frase movilizó a Juan y Belén, quienes tomaron una decisión desesperada pero valiente: transformar su casa en un centro de rehabilitación casero, con vigilancia constante, cámaras y turnos rotativos para no dejarlo solo.

Así comenzó una recuperación dolorosa y llena de obstáculos, que incluyó un intento de fuga frustrado y muchas horas de terapia. “Estaba encerrado, vigilado, pero contenido. Fue clave que mis viejos creyeran que valía la pena pelear por mí”, relató.

Una vez rehabilitado, Ayrton empezó de nuevo. Trabajó en áreas sociales y luego en obras públicas de su municipio, donde aprendió un oficio. En 2022 fundó su propia empresa de servicios de mantenimiento, construcción y limpieza. A pesar de haber sido estafado dos veces por una suma de 50 mil dólares, no se rindió. “Mis padres se endeudaron para ayudarme. Les debo la vida”, dijo emocionado.

Hoy, su empresa no solo da empleo, sino también esperanza. Ayrton reserva cupos para jóvenes que, como él, enfrentan las adicciones. “Tenemos un grupo de WhatsApp activo las 24 horas por si necesitan hablar, ir al médico o simplemente compañía. Quiero estar para ellos como otros estuvieron para mí”, expresó.

En pareja con Tania, su gran sostén, Ayrton no oculta su historia ni reniega de su pasado. Al contrario, lo visibiliza en redes sociales, donde publica videos para concientizar. “No consumo, pero sigo siendo un adicto. Es parte de mí y lo reconozco para no bajar la guardia”, explica con madurez.

Desde TAPA DEL DÍA, compartimos esta historia como testimonio de superación, familia y segundas oportunidades. Es la muestra concreta de que, aún en los momentos más oscuros, hay caminos posibles si hay amor, decisión y comunidad.

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