Solteros, inmaduros, obsesionados con el éxito y atrapados en una búsqueda constante de validación personal. Así define el psiquiatra español Enrique Rojas al grupo de hombres que encajan en lo que denominó "síndrome de Simón", un fenómeno emocional que se extiende entre varones jóvenes adultos, especialmente aquellos que ya pasaron los 30 años pero aún evitan comprometerse afectivamente. Se trata de un patrón psicológico no reconocido por manuales clínicos como el DSM-5, pero que se impone como una fotografía emocional de época: hombres que anteponen el éxito profesional, el consumo y la libertad individual a la posibilidad de construir relaciones profundas, duraderas y significativas. Rojas utiliza el acrónimo SIMÓN para describir sus principales rasgos: S - Soltería: tendencia a evitar vínculos duraderos. I - Inmadurez: dificultad para manejar emociones y asumir responsabilidades afectivas. M - Materialismo: validación centrada en lo económico y lo visible. O - Obsesión con el trabajo: necesidad constante de éxito y reconocimiento. N - Narcisismo: foco en uno mismo, sin empatía hacia el otro. Para el experto, este tipo de personalidad está atravesada por lo que denomina "síndrome de pánico al compromiso". En muchos casos, el compromiso es visto como una amenaza directa a la autonomía personal, lo que genera rechazo, evasión y vínculos esporádicos sin proyección. Consecuencias del síndrome de Simón Las secuelas de este patrón emocional pueden impactar profundamente en la salud psíquica y en la capacidad de establecer relaciones afectivas auténticas: Relaciones superficiales: ciclos repetitivos de vínculos breves, marcados por la desconexión emocional. Aislamiento afectivo: preferencia por el placer inmediato y el consumo, en detrimento de vínculos reales. Estancamiento emocional: incapacidad de madurar, desarrollarse emocionalmente y enfrentar adversidades con herramientas sólidas. Riesgos para la salud mental: aparición de ansiedad, estrés crónico y síntomas depresivos. ¿Cómo iniciar el cambio? El primer paso es reconocer el patrón. Asumir que evitar el compromiso puede estar limitando el desarrollo emocional es clave para iniciar una transformación interna. Algunas estrategias que sugiere Rojas son: Explorar las emociones: identificar miedos, frustraciones y motivaciones con honestidad. Revisar relaciones pasadas: detectar ciclos repetitivos y trabajar en romperlos. Fortalecer la inteligencia emocional: mejorar la gestión emocional, la empatía y la capacidad de construir vínculos más profundos. Lejos de representar una pérdida de libertad, el compromiso —según Rojas— es una forma más madura de ejercerla. Y allí reside el verdadero desafío: dejar atrás la adolescencia emocional y asumir una vida vincular adulta, sin máscaras ni evasiones. Reflexión final La cultura actual valora la autosuficiencia y el éxito personal, pero muchas veces lo hace a costa de las conexiones humanas genuinas. El síndrome de Simón interpela esa lógica. Es una invitación urgente a repensar cómo nos relacionamos, cómo amamos y qué entendemos por madurez emocional. En definitiva, cómo queremos vivir. Redacción del Diario TAPA DEL DÍA