TAPA DEL DÍA Por más de 40 años, Samuel Little actuó como un espectro en las calles de Estados Unidos. Su accionar criminal no mostraba un patrón claro y sus víctimas, mayormente mujeres en situación de vulnerabilidad —trabajadoras sexuales, personas en situación de calle o con problemas de adicción— quedaban muchas veces relegadas por la justicia y la sociedad. Las fuerzas policiales siguieron pistas dispersas durante décadas sin poder conectar los crímenes, hasta que en 2012 una muestra de ADN vinculó a Little con varios homicidios sin resolver en California. Ese fue el inicio del fin para el que sería reconocido como el asesino serial más prolífico en la historia del país. Samuel Little, nacido en 1940 en Georgia, con un historial criminal marcado por detenciones por robos y agresiones sexuales, pasó más de 25 veces por la cárcel sin que nunca se lo relacionara con asesinatos. Fue recién tras su detención en 2012 en Kentucky, y su posterior extradición a California, que se abrió una nueva investigación que cambió todo. En 2014 fue condenado a tres cadenas perpetuas por tres asesinatos ocurridos entre 1987 y 1989. Sin embargo, la revelación más impactante llegó años después, cuando en su celda en California, entre 2018 y 2020, confesó haber asesinado a 93 mujeres, entregando detalles precisos y realizando dibujos que permitieron identificar víctimas sin nombre. Su modus operandi se basaba en atacar a mujeres que la sociedad olvidaba, estrangulándolas para evitar dejar evidencias visibles de violencia, y desplazándose constantemente entre estados como Florida, Texas, Illinois, Nevada y California. Esa movilidad y elección de víctimas marginalizadas hicieron que pasara décadas sin ser detectado como el responsable de esos crímenes. Entre las víctimas confirmadas, la justicia reabrió casos como el de Rosie Hill en 1982, asesinada en Florida. Aunque fue sospechoso en su momento, nunca hubo pruebas suficientes para acusarlo formalmente. Samuel Little falleció en 2020 sin mostrar arrepentimiento y dejando sin justicia completa a muchas de sus víctimas, cuyo recuerdo ahora intenta ser honrado a través de la labor del FBI y la sociedad civil para identificarlas y cerrar capítulos abiertos. El FBI mantiene una página pública con los retratos realizados por Little, invitando a la comunidad a colaborar en la identificación de las mujeres, muchas aún anónimas, para poner fin a una historia de horror que marcó al país. TAPA DEL DÍA Opinión Este caso expone la profunda vulnerabilidad de grupos sociales invisibilizados y cómo la falta de atención temprana a sus denuncias puede permitir que delitos atroces permanezcan impunes durante décadas. La historia de Samuel Little no solo es un llamado a la justicia, sino también a la reflexión sobre la responsabilidad social y policial para proteger a quienes más lo necesitan. TAPA DEL DÍA