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Por qué el estrés nos hace anhelar harinas y azúcares: la ciencia lo explica

Ante la tensión diaria, el cuerpo y la mente buscan alivio en alimentos específicos, revelando un vínculo biológico entre el estrés y el deseo por carbohidratos simples.

  • 08/08/2025 • 07:38

TAPA DEL DÍA 

Es habitual pensar que esos repentinos antojos de pan, dulces o pastas en momentos de estrés son solo un capricho emocional, pero la realidad científica indica que detrás hay procesos biológicos concretos. Diversos estudios, entre ellos los publicados en el American Journal of Clinical Nutrition y las investigaciones del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, confirman que el estrés activa mecanismos cerebrales que influyen directamente en nuestros hábitos alimentarios.

Cuando el organismo se enfrenta a una situación de estrés, libera cortisol, una hormona que prepara al cuerpo para reaccionar ante amenazas inmediatas. Sin embargo, este mismo cortisol también incrementa el apetito, especialmente por alimentos de rápida absorción energética, como los carbohidratos simples: harinas, azúcares y productos procesados que incluyen galletitas, panes y pastas.

Estos alimentos elevan rápidamente los niveles de glucosa en sangre, proporcionando una sensación momentánea de bienestar. Esa gratificación inmediata se potencia con la activación del sistema de recompensa cerebral, donde la dopamina juega un rol fundamental al generar placer y confort emocional. Así se establece un ciclo difícil de romper: el cuerpo demanda aquello que le brinda alivio, aunque sea efímero.

Para gestionar estos impulsos sin caer en hábitos perjudiciales, los expertos recomiendan un abordaje consciente y equilibrado. No se trata de prohibiciones extremas, sino de reconocer las señales del organismo y adoptar estrategias que incluyan:

  • Incrementar la ingesta de proteínas y grasas saludables que aportan saciedad prolongada y mejor regulación energética.
  • Asegurar un descanso adecuado, ya que la falta de sueño altera las hormonas que controlan el hambre y los antojos.
  • Implementar técnicas de relajación como la meditación, paseos al aire libre y ejercicios de respiración.
  • Planificar las comidas y contar con snacks nutritivos a mano, como frutos secos, frutas frescas o yogur natural, para evitar recurrir a ultraprocesados.
  • No saltarse comidas, porque el hambre acumulada intensifica el deseo por alimentos azucarados y harinas.

Comprender este mecanismo es un primer paso para transformar la relación con la alimentación y las emociones. La reeducación corporal y mental requiere tiempo y paciencia, pero fundamentarse en conocimiento científico fortalece el camino hacia hábitos más saludables y equilibrados.

TAPA DEL DÍA

Opinión pública: Esta información ha resonado fuertemente entre especialistas y público general, quienes reconocen que conocer el vínculo entre estrés y alimentación facilita estrategias para evitar el círculo de antojos impulsivos y promueve un enfoque más consciente hacia la salud integral.