Trump amenaza con un arancel del 25% a Apple y pone en jaque la producción global del iPhone La tensión entre Donald Trump y Apple escaló a niveles inesperados. A través de su red Truth Social, el expresidente estadounidense lanzó una dura amenaza: si la compañía no traslada toda la producción de iPhones a territorio norteamericano, enfrentará un arancel del 25% sobre cada dispositivo vendido en el país. La advertencia fue leída como una presión directa para forzar el regreso de la cadena de montaje a suelo estadounidense, en un contexto donde Apple viene diversificando su producción entre China e India. “Ya no queremos productos hechos en otros lados. Queremos empleos en Estados Unidos”, publicó Trump, encendiendo las alarmas en Silicon Valley y Wall Street. La respuesta de los mercados no tardó: las acciones de Apple cayeron más de un 3% en las operaciones previas a la apertura de la bolsa de Nueva York. El temor es claro: si se implementa este arancel, los precios del iPhone podrían subir hasta un 54%, según estimaciones del banco suizo UBS. El escenario proyectado por los analistas es dramático. Un iPhone fabricado íntegramente en Estados Unidos podría costar entre 3.000 y 3.500 dólares, triplicando su valor actual. Además, relocalizar toda la producción llevaría al menos una década, lo que vuelve la propuesta de Trump tan ambiciosa como irrealista. Esta jugada se da en un momento de tregua relativa en la guerra comercial con China. Apple había logrado mantener su planta en Zhengzhou y avanzar con la apertura de nuevas líneas de montaje en India, con el objetivo de diversificar riesgos y reducir dependencia geopolítica. Pero con esta amenaza, ese delicado equilibrio podría colapsar. Analizamos el impacto que esta política podría tener no solo en Apple, sino en la economía global de la tecnología. De concretarse, sería un cambio de paradigma en la fabricación de dispositivos electrónicos, con consecuencias impredecibles para el consumidor y la industria. ¿Puede Trump imponer este arancel? Legalmente, Trump podría intentar aplicar este arancel a través de mecanismos de emergencia nacional o comercio justo. Sin embargo, enfrentaría desafíos en el Congreso, presiones del sector privado y posibles represalias internacionales. De todas maneras, su amenaza ya logró lo que buscaba: poner el tema en la agenda y tensar aún más su vínculo con las grandes tecnológicas. Opinión pública: ¿populismo tecnológico o estrategia electoral? Algunos sectores interpretan esta jugada como parte de una estrategia electoral populista: mostrar firmeza frente a las multinacionales para ganar apoyo de sectores industriales desplazados. Sin embargo, expertos advierten que un aumento de precios generalizado podría generar una reacción adversa incluso entre sus propios votantes. TAPA DEL DÍA