La columna que hizo ruido: cómo Leticia Martin desenmascaró a Perfil con solo 2.500 caracteres Redacción del Diario Tapa Del Día El pasado 17 de mayo, el diario Perfil publicó una columna escrita por la periodista y escritora cultural Leticia Martin bajo el título provocador: “Nadie lee nada”. El texto, que ocupa apenas 2.500 caracteres, fue suficiente para desnudar una realidad silenciosa pero dolorosamente extendida: la precarización del trabajo periodístico y cultural en medios argentinos de renombre. En su columna, Martin denuncia –sin rodeos ni adornos– que lleva más de seis meses sin recibir pago por su trabajo, a pesar de cumplir semanalmente con una entrega pautada, con compromiso, con estilo, y con la creencia de que esa continuidad implicaba reconocimiento o al menos, respeto. La paradoja no tardó en aparecer: bajo el título “Nadie lee nada”, miles leyeron su confesión. La columna se viralizó con una velocidad inusitada, generando empatía, bronca, y reflexiones cruzadas en redes sociales, redacciones e incluso otros países, como lo reflejó El País de España. Pero como todo fenómeno en redes, su efecto fue efímero. Pocos días después, el tema ya había sido devorado por la siguiente indignación viral. ¿Por qué esa columna caló tan hondo? Para entenderlo, hay que mirar más allá del contenido y observar la forma. No fue simplemente un texto denunciante. Fue un acto performático, una puesta en escena discursiva donde la acción del decir fue también una forma de hacer. Martin no solo habló de la invisibilización de los trabajadores culturales: lo hizo en el único lenguaje que esos trabajadores manejan con maestría, el lenguaje del texto pensado, escrito, entregado. Este matiz entre lo performativo y lo performático es clave. Mientras lo performativo (según Austin) implica que al decir algo uno realiza un acto –prometer, declarar, jurar–, lo performático tiene que ver con lo teatral, con la puesta en escena de una verdad que no busca ser confirmada o refutada, sino vivida. Martin no solo expuso, sino que creó una experiencia efímera y genuina, una especie de happening literario que resonó por su autenticidad. Su columna fue más allá de la denuncia puntual. Tocó una fibra común: la desprotección del freelancer, la indiferencia de las empresas periodísticas, la fragilidad del contrato tácito entre escritor y medio. Miles de trabajadores de prensa –pagados tarde, mal o nunca– vieron reflejado su propio derrotero en esas líneas. En su fugacidad, la columna dejó algo más que una simple crítica. Dejó una incómoda pregunta suspendida en el aire: ¿por qué naturalizamos que escribir no merezca ser pagado? Como lo advierte TAPA DEL DÍA (www.tapadeldia.com), este no es un caso aislado ni una excepción dentro del mundo editorial argentino. Es apenas un síntoma visible de un sistema que se sostiene en la pasión de quienes escriben, pero que rara vez les devuelve algo más que reconocimiento simbólico. En paralelo, la ironía del título continúa funcionando como un espejo de la realidad. ¿Realmente nadie lee nada? ¿O es que leemos, nos indignamos, y luego seguimos sin actuar? La editorial especializada en electrotecnia que también tituló una nota como “Nadie lee nada” lo ilustró con otro tipo de consecuencia: los accidentes eléctricos por no leer instrucciones básicas. Y aquí, también, el peligro es claro: la falta de lectura crítica de lo que pasa en los medios puede generar un cortocircuito mayor: la normalización de la explotación laboral intelectual. “Nadie lee nada”, decía Martin. Pero sí, leímos. Y quizás, aunque sea por un momento, también entendimos. Opinión pública: En un país donde el periodismo cultural sigue siendo la trinchera de la pasión más que del salario digno, lo de Leticia Martin no es sólo una denuncia, ni solo una performance: es un llamado urgente a repensar los vínculos entre escritura, valor y respeto profesional. Si no se paga la palabra, lo que se desvaloriza no es solo el trabajo de uno, sino la voz de todos. Artículo redactado por la Redacción del Diario Tapa Del Día. Para más notas exclusivas, visitá www.tapadeldia.com.