“No hace nada, pero se levanta”: El nuevo desconcierto parental ante jóvenes que abandonan la universidad Por Redacción del Diario TAPA DEL DÍA “Facundo dejó la facultad. Por lo menos lo hacemos levantar temprano, no sé para qué, pero se levanta”. Esta frase, escuchada en más de un consultorio o sobremesa familiar, es apenas una muestra del malestar silencioso que atraviesa a muchos hogares argentinos. En tiempos donde las certezas escasean y los modelos familiares tradicionales tambalean, padres y madres lidian con una nueva forma de angustia: no saber cómo posicionarse ante hijos jóvenes que, tras una adolescencia convulsionada por la pandemia y la hiperexigencia, hoy se ven estancados o fuera de los circuitos tradicionales de formación. “Lo de la universidad es innegociable”, reclama un padre con visible enojo. “Estoy con mucha bronca de que no sea como lo pensé… Yo sé que todo lo que le genera esfuerzo lo deja. Le digo: ‘macho, tenés que estudiar’”. Desde la clínica psicológica se empieza a trazar un nuevo mapa. Las relaciones parento-filiales se han complejizado al punto de exigir un nuevo lenguaje: ya no basta con “ocupar” el lugar de padre o madre como se hacía décadas atrás. Hoy se trata de “habitar” esos roles, reinventarlos desde la incertidumbre, con funciones que se construyen en el hacer cotidiano. Un artículo de referencia sugiere que “el hacer familia ya no se trata del ‘ser’, como algo ya fijado, sino del ‘devenir con’, es decir, en movimiento, dinámico”. Los padres ya no son figuras omniscientes, y los jóvenes, enfrentados a un mundo cada vez más demandante, también cargan con sus propias exigencias. ¿Qué ocurre cuando el hijo no responde a lo proyectado? ¿Cómo actuar cuando el joven abandona la carrera universitaria y no da señales de retomar un rumbo? “Su papá me contó que Gonzalo quiere dejar la carrera. Dice que no me lo cuenta porque cree que lo voy a echar de casa… Mientras piensa, ¿por qué no termina esto que empezó?”, reflexiona una madre, entre la comprensión y la frustración. En muchos casos, los jóvenes de entre 18 y 22 años se enfrentan a decisiones urgentes sobre su futuro sin tener herramientas ni contención emocional suficiente. La pandemia no solo interrumpió trayectorias educativas; también debilitó las bases vinculares, afectivas y sociales. La escena actual muestra a padres “desorientados sin referencias claras”, hijos “paralizados por la presión de decidir rápido”, y un sistema social que exige rendimiento, adaptación y éxito inmediato. En ese contexto, “perder el tiempo” es visto casi como un pecado generacional. Desde TAPA DEL DÍA, recogimos también la voz de algunos profesionales que advierten sobre los peligros de esta dinámica: “Los hijos son mirados y evaluados desde varios espacios, como si fueran proyectos de inversión que deben dar resultados visibles. La angustia parental aparece cuando no se puede controlar la narrativa del otro”. Incluso se observa una infantilización extendida en la adolescencia y juventud: vínculos simétricos, adultos que no pautan ni sostienen límites, fantasías de omnipotencia en la crianza, y una hiperpresencia que impide el necesario pasaje hacia la autonomía. La paradoja es inquietante: se exige a los hijos una madurez temprana, una respuesta adulta al futuro, mientras se les priva de espacios reales de decisión, errores y duelos. “Cuando mi hija no hace lo que espero, me tenso. Pero entendí que no puedo controlar todo. A veces es mejor jugar con la situación que imponer”, confiesa una madre tras un largo proceso de terapia. Frente a este panorama, es urgente revisar qué exigimos como sociedad, qué entendemos por éxito, y hasta qué punto los padres pueden soltar sus propios mandatos sin dejar de acompañar. La función parental hoy más que nunca debe correrse del control y acercarse a lo lúdico, lo simbólico y lo emocionalmente sostenido. Opinión pública: La juventud actual no rehúye del esfuerzo: rehúye de modelos vacíos, exigencias que no dialogan con su subjetividad, y trayectorias impuestas. Quizás haya que dejar de preguntar por qué no estudian y empezar a escuchar qué es lo que buscan realmente. Redacción del Diario TAPA DEL DÍA