En las &uacute;ltimas semanas, la tensi&oacute;n entre Venezuela y Estados Unidos se ha intensificado en el Caribe sur. A pocos kil&oacute;metros de las costas venezolanas, la flota estadounidense despliega tres destructores, fuerzas anfibias, al menos un submarino, aviones de reconocimiento y unos 4.500 efectivos bajo el pretexto de combatir el narcotr&aacute;fico. En respuesta, el presidente Nicol&aacute;s Maduro ha prometido resistencia, realizando ejercicios militares improvisados y movilizando a la poblaci&oacute;n. El despliegue estadounidense ha generado dudas sobre la capacidad real de las Fuerzas Armadas venezolanas para enfrentar un conflicto armado. Seg&uacute;n analistas y exfuncionarios se&ntilde;alan que la situaci&oacute;n del pa&iacute;s caribe&ntilde;o es cr&iacute;tica: escasez de personal, armamento obsoleto y deficiencias log&iacute;sticas limitan cualquier respuesta efectiva. Andr&eacute;s Izarra, exministro de Informaci&oacute;n de Hugo Ch&aacute;vez y exfuncionario de Maduro, afirm&oacute; desde Madrid que &ldquo;las Fuerzas Armadas venezolanas no tienen ninguna capacidad de enfrentar la fuerza real que los gringos tienen desplegada en el Caribe&rdquo; y descart&oacute; una invasi&oacute;n terrestre, advirtiendo que cualquier acci&oacute;n se limitar&iacute;a al uso de la distancia o el mar, donde la defensa venezolana es pr&aacute;cticamente nula. Los informes m&aacute;s recientes fijan en 123.000 el n&uacute;mero de soldados activos, 220.000 milicianos y 8.000 reservistas. Sin embargo, Maduro asegura que la movilizaci&oacute;n incluye m&aacute;s de 8 millones de milicianos y reservistas, una cifra cuestionada por expertos. Seg&uacute;n Andrei Serbin, titular de la Coordinadora Regional de Investigaciones Econ&oacute;micas y Sociales (CRIES), gran parte de la milicia bolivariana tiene fines propagand&iacute;sticos, aunque algunas unidades cuentan con experiencia militar real. En cuanto a equipamiento, Venezuela dispone de cazas rusos, drones iran&iacute;es, tanques franceses y un viejo submarino alem&aacute;n, adquiridos mayormente entre 2006 y 2011. Sin embargo, la operatividad de estos activos es limitada: menos de la mitad de los Sukhoi est&aacute;n disponibles y solo seis F16 se encuentran en condiciones de vuelo. Los sistemas de defensa antia&eacute;rea, incluidos los S300, presentan dudas sobre su estado actual. La crisis econ&oacute;mica y la emigraci&oacute;n masiva tambi&eacute;n afectaron al recurso humano de las Fuerzas Armadas. Izarra explic&oacute; que de 100 plazas disponibles en una unidad militar, apenas 40 est&aacute;n cubiertas. Adem&aacute;s, el gasto militar cay&oacute; de 6.200 millones de d&oacute;lares en 2013 a 3.917 millones en 2023, exacerbando la debilidad de la estructura. <p style="text-align: center;"> Dos milicianas venezolanas descansan durante un desfile en Caracas (Foto: EFE) Sobre la reacci&oacute;n de la c&uacute;pula militar frente a una eventual acci&oacute;n estadounidense, Izarra y Serbin coinciden en que la estrategia de Washington se centra m&aacute;s en generar presi&oacute;n pol&iacute;tica que en un ataque directo. Se busca debilitar internamente al gobierno venezolano y forzar una transici&oacute;n, m&aacute;s que ejecutar una invasi&oacute;n convencional. En este escenario, la pregunta sobre el poder real de Venezuela ante Estados Unidos encuentra una respuesta preocupante: la combinaci&oacute;n de recursos limitados, personal insuficiente y armamento parcialmente operativo convierte al pa&iacute;s en un actor con escasa capacidad de resistencia ante una intervenci&oacute;n militar norteamericana. Opini&oacute;n p&uacute;blica: La situaci&oacute;n expone la fragilidad del Estado venezolano frente a amenazas externas. Expertos coinciden en que la tensi&oacute;n sirve m&aacute;s como instrumento de presi&oacute;n pol&iacute;tica que como preparaci&oacute;n de un conflicto real, pero evidencia la urgencia de soluciones diplom&aacute;ticas para evitar escaladas que podr&iacute;an ser devastadoras para la regi&oacute;n. TAPA DEL D&Iacute;A