Suecia enfrenta un fen&oacute;meno que desaf&iacute;a su hist&oacute;rica imagen de seguridad y estabilidad. En los suburbios de Estocolmo, Malm&ouml;, Gotemburgo y Uppsala se libra una guerra de pandillas que, con coches bomba, asesinatos selectivos y menores reclutados como sicarios, transform&oacute; el mapa social y pol&iacute;tico del pa&iacute;s escandinavo. Lejos del id&iacute;lico retrato de una sociedad sin violencia, los datos son contundentes: en 2022 Suecia se ubic&oacute; entre los tres pa&iacute;ses europeos con mayor n&uacute;mero de homicidios con armas de fuego. La tasa de asesinatos super&oacute; ampliamente a la de Londres, mientras que los atentados con explosivos crecieron hasta alcanzar los 149 casos en 2023. &ldquo;Suecia nunca vio algo as&iacute;. Ning&uacute;n otro pa&iacute;s de Europa est&aacute; viendo algo as&iacute;&rdquo;, admiti&oacute; el primer ministro Ulf Kristersson en un mensaje televisado en septiembre de 2023, cuando incluso convoc&oacute; al Ej&eacute;rcito para reforzar la tarea de la polic&iacute;a. <p style="text-align: center;"> Polic&iacute;as observan c&oacute;mo qued&oacute; un edificio da&ntilde;ado por una explosi&oacute;n en Storvreta, a las afueras de Upsala, Suecia (Foto: TT/v&iacute;a AFP) De acuerdo a la investigaci&oacute;n del periodista sueco Diamant Salihu, autor del libro Cuando nadie escucha, las pandillas utilizan &ldquo;ni&ntilde;os soldado&rdquo; para ejecutar cr&iacute;menes a cambio de dinero y estatus. El problema es que la edad de imputabilidad en Suecia es de 15 a&ntilde;os, lo que deja un margen de impunidad que preocupa a las autoridades. Ante este panorama, el gobierno anunci&oacute; su intenci&oacute;n de reducir la edad de responsabilidad penal a 13 a&ntilde;os, crear centros penitenciarios especiales para menores y endurecer las penas. Sin embargo, organizaciones de defensa de la infancia como BRIS advierten que estas medidas podr&iacute;an empujar a las bandas a captar a chicos a&uacute;n m&aacute;s j&oacute;venes. La situaci&oacute;n se complejiza por un trasfondo social profundo. Seg&uacute;n la polic&iacute;a, los mayores focos de violencia se concentran en barrios &ldquo;vulnerables&rdquo; donde viven inmigrantes o descendientes de inmigrantes, muchos de ellos en riesgo de pobreza. Expertos aseguran que Suecia fracas&oacute; en sus pol&iacute;ticas de integraci&oacute;n, generando un terreno f&eacute;rtil para que el narcotr&aacute;fico se expanda. <p style="text-align: center;"> La polic&iacute;a sueca custodia la escena de un crimen (Foto: Cortes&iacute;a/The Guardian) El debate pol&iacute;tico se enciende. Mientras la derecha radical se&ntilde;ala directamente a los inmigrantes como responsables del incremento del crimen, analistas internacionales subrayan que el fen&oacute;meno trasciende esa mirada simplista y responde a la combinaci&oacute;n de desigualdad, exclusi&oacute;n social y poder econ&oacute;mico de las organizaciones criminales. &ldquo;La tendencia m&aacute;s peligrosa es c&oacute;mo la violencia se ha normalizado&rdquo;, advirti&oacute; Salihu. En ese contexto, Suecia busca respuestas urgentes para un problema que amenaza con corroer los cimientos de su modelo social. Opini&oacute;n p&uacute;blica: El caso sueco demuestra que ninguna sociedad est&aacute; blindada frente al avance del crimen organizado. Incluso las naciones con los mejores indicadores de calidad de vida pueden verse desbordadas si no logran integrar a todos sus ciudadanos. El desaf&iacute;o de Suecia interpela a Europa entera y abre un debate global: &iquest;c&oacute;mo enfrentar al narcotr&aacute;fico sin sacrificar los principios de una democracia moderna? TAPA DEL D&Iacute;A -&nbsp;M&aacute;s informaci&oacute;n en www.tapadeldia.com