Las deudas familiares marcan un nivel sin precedentes y preocupan a todo el sistema financiero La presión del endeudamiento sobre los hogares argentinos llegó a un punto crítico. Según los últimos datos del Banco Central, los pagos atrasados en créditos bancarios cumplieron nueve meses consecutivos en alza y alcanzaron el 4,2% del total financiado al sector privado no financiero. En el caso de las familias, la situación se volvió aún más delicada. En septiembre, la mora en los préstamos tomados por individuos subió 0,6 puntos y llegó al 7,3% del total financiado, completando diez meses ininterrumpidos de incremento. Es la cifra más alta desde que la serie estadística comenzó en 2010, lo que marca un escenario sin antecedentes en el país.  El deterioro es contundente: los incumplimientos prácticamente se triplicaron en apenas nueve meses, ya que en diciembre pasado la morosidad se ubicaba en 2,6%. Esta dinámica expone cómo la pérdida de ingresos reales y el encarecimiento del financiamiento han golpeado la capacidad de pago de los hogares. Préstamos personales y tarjetas, los más afectados Entre las distintas líneas a familias, los préstamos personales fueron los que mostraron el incremento más acelerado. En septiembre, la mora subió 0,9 puntos y llegó al 9,1%. En lo que va del año, este indicador ya acumuló un salto de 5,8 puntos. Las tarjetas de crédito siguieron un camino similar: la morosidad alcanzó el 7,4% y registró un aumento de 0,7 puntos en el mes y de 5,5 puntos desde diciembre. El financiamiento prendario también se vio comprometido, con atrasos que treparon al 4,5%. La única línea que logró cierta estabilidad fueron los préstamos hipotecarios, que se mantuvieron con un nivel de mora cercano al 1%. Sin embargo, los créditos ajustados por UVA mostraron un deterioro marcado en el segmento prendario: allí, los incumplimientos pasaron de 2,5% a 6% en un solo mes. Los bancos monitorean un escenario cada vez más frágil Si bien el incremento de la morosidad era esperable tras el fuerte crecimiento del crédito en los últimos dos años, el sistema financiero observa con cautela la velocidad del deterioro. Los altos niveles de incumplimiento dificultan la intención del Gobierno de impulsar una baja de tasas para dinamizar el financiamiento como motor de la actividad económica. En un contexto donde la recomposición de ingresos aún no logra consolidarse, los bancos enfrentan mayores costos operativos y necesitan reforzar previsiones para cubrir los préstamos en riesgo. Un cuadro que, de prolongarse, podría obligar a revisar las estrategias comerciales y los criterios de otorgamiento. Las empresas aún resisten, pero los indicadores ya muestran desgaste La situación del sector corporativo es menos severa que la de las familias, aunque también exhibe señales de tensión. La morosidad de las empresas alcanzó el 1,7% del total financiado, su nivel más alto desde enero del año pasado. Los incumplimientos más relevantes se dieron en los préstamos hipotecarios, donde la mora llegó al 4%. En los prendarios, los atrasos crecieron hasta el 2,6%. Por el contrario, las líneas de corto plazo como adelantos y documentos mostraron menor morosidad: 1,6% y 1,1%, respectivamente. Al igual que en el segmento de individuos, los prendarios UVA marcaron un deterioro significativo, con un incremento de 0,9 puntos que llevó la irregularidad al 3,9%. Opinión pública razonada: En un país donde el crédito siempre fue limitado y caro, la escalada de mora debería encender una discusión profunda sobre cómo fortalecer la capacidad económica de los hogares. Sin recomposición de ingresos y sin estabilidad, cualquier estrategia de expansión crediticia corre el riesgo de transformarse en un círculo de endeudamiento que tarde o temprano termina siendo impagable. TAPA DEL DÍA