TAPA DEL DÍA — El futuro de la ruta nacional 188, un corredor clave para Pergamino y toda la región, podría cambiar de manera decisiva si el Gobierno nacional avanza en su plan de incorporar este tramo estratégico al Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI). La medida, aún en estudio, busca generar un marco más atractivo para inversores privados que estén en condiciones de asumir obras estructurales profundas. La ruta 188 acumula años de reclamos de vecinos, productores, transportistas y usuarios frecuentes. El deterioro de varios sectores es tan marcado que algunos tramos ya presentan un nivel de transitabilidad crítico, con deformaciones, pozos profundos, banquinas inexistentes y una señalización que no alcanza para garantizar seguridad en un corredor con alto flujo agrícola, logístico y de transporte de carga. La demanda de una intervención integral dejó de ser solo un pedido social para transformarse en una urgencia estratégica. En este contexto, el Gobierno trabaja en la “Red Federal de Concesiones – Etapa II”, un paquete de rutas nacionales que suma aproximadamente 9.000 kilómetros. Allí aparecen los tramos de la ruta 188 que atraviesan Pergamino. Esta fase llega después de una primera instancia que abrió un proceso licitatorio donde la presidenta del Concejo Deliberante, Gabriela Taruselli, trasladó observaciones de la comunidad local y la necesidad de priorizar obras de impacto real. Fuentes oficiales confirmaron que uno de los cambios evaluados para esta nueva etapa es permitir que los proyectos se encuadren dentro del RIGI, un mecanismo que ofrece beneficios fiscales, previsibilidad jurídica y mayor flexibilidad para grandes inversiones de infraestructura. De aplicarse, los futuros concesionarios tendrían herramientas financieras más sólidas para encarar trabajos de reconstrucción total, repavimentación, ampliación de banquinas y modernización tecnológica del corredor. El deterioro acumulado en la ruta 188 no solo afecta el tránsito cotidiano: encarece los costos logísticos, genera daños materiales y aumenta el riesgo de siniestros viales. En Pergamino, los usuarios advierten que hay sectores que resultan peligrosos incluso con buena visibilidad diurna. La necesidad de iluminación, zonas de sobrepaso más amplias, dispositivos de control y un mantenimiento sostenido son parte de las demandas que se repiten desde hace años. En paralelo, el Ejecutivo nacional ajusta parámetros luego de lo ocurrido en la primera etapa de concesiones, donde procesos como el del tramo Rosario–Victoria y el Corredor del Mercosur exigieron una revisión técnica para mejorar la participación empresaria. La meta ahora es lograr pliegos más competitivos y un esquema que permita intervenciones de fondo, especialmente en corredores productivos como el 188. También se revisan rutas vinculadas al denominado Tramo Portuario Sur, claves para la matriz exportadora. Allí se replican problemáticas similares: falta de mantenimiento sostenido, baches, señalización insuficiente y un tránsito cada vez más intenso. La 188 no es la excepción, pero sí uno de los casos más urgentes por el volumen agrícola que sostiene la economía regional. En Pergamino, autoridades y usuarios coinciden en que modernizar esta ruta es una necesidad impostergable. La participación institucional en etapas previas, incluida la intervención de Taruselli, marcó un precedente: la región quiere una voz activa cuando se definen obras que afectan la vida diaria de miles de vecinos. Si finalmente la ruta 188 es incorporada al RIGI, los tiempos de obra podrían acelerarse y las empresas concesionarias contarían con mayor capacidad técnica y financiera. Para una región dinámica y productiva, el impacto sería decisivo: permitiría dejar atrás años de deterioro y avanzar hacia una infraestructura vial acorde al tránsito actual y al desarrollo que se proyecta para las próximas décadas. TAPA DEL DÍA — El análisis público que crece en Pergamino es claro: sin una solución estructural, la ruta 188 seguirá siendo un factor de riesgo y un límite para la competitividad regional. El eventual ingreso al RIGI podría representar la primera oportunidad real, en mucho tiempo, de encarar una transformación definitiva.