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Crece la alarma por la salud mental juvenil en Argentina: un adolescente muere cada 24 horas y piden reforzar la prevención

Especialistas advierten que el país enfrenta una tendencia preocupante entre jóvenes y adolescentes, marcada por el aumento sostenido de cuadros de angustia, aislamiento, presión social y situaciones de violencia digital. Organizaciones, familias y profesionales reclaman mayor contención y políticas públicas urgentes.

  • 22/11/2025 • 09:12
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Un fenómeno que preocupa en todo el país

La Argentina atraviesa una crisis profunda en materia de salud mental adolescente. Distintos informes oficiales y relevamientos profesionales muestran una tendencia creciente que conmueve y obliga a una reflexión colectiva. Según datos recientes del Ministerio de Salud de la Nación, cada 24 horas se registra la muerte de un adolescente, en un contexto donde se multiplican los episodios de angustia extrema, desesperanza y situaciones de riesgo que muchas veces no logran ser detectadas a tiempo.

Por cada caso fatal, los especialistas indican que pueden existir entre 10 y 20 episodios previos, lo que evidencia un nivel de sufrimiento sostenido y la necesidad urgente de fortalecer redes de apoyo. Desde la ONG Hablemos de Suicidio, su referente Alberto Fernández Mateos advierte que incluso estos números son apenas una aproximación, ya que “hay situaciones que no quedan debidamente registradas por la estigmatización social y por la falta de herramientas institucionales”.

El Ministerio Público Tutelar de la Ciudad de Buenos Aires reveló que durante los últimos meses se registraron 569 internaciones de niñas, niños y adolescentes por situaciones que implicaron riesgos serios. Para la psicóloga Micaela Zappino, se observa “un incremento marcado en cuadros de ansiedad, angustia, sentimientos de vacío y desorientación”, síntomas que se potencian por el contexto social, familiar y digital.

Causas múltiples en un entorno que exige más de lo que contiene

La Organización Mundial de la Salud señala que, a nivel global, este fenómeno es una de las principales causas de muerte entre jóvenes. En la Argentina, entre 2023 y 2025 se registraron más de 15.800 intentos, con un promedio diario de 22 episodios entre adolescentes y jóvenes de entre 15 y 29 años.

Los psicólogos consultados explican que se trata de un fenómeno multicausal: dificultades para pedir ayuda, exceso de presión externa, conflictos sociales o familiares, experiencias de rechazo, violencia digital y una exposición constante a modelos inalcanzables que imponen las redes sociales.

El sociólogo Carlos de Angelis aporta una mirada estructural: “Se transformó la manera de transitar la adolescencia. Los chicos acceden a la misma información que un adulto, pero sin las herramientas necesarias para procesarla. Las instituciones no acompañan ese ritmo”.

También describe lo que denomina “soledad digital”: jóvenes conectados permanentemente, pero sin vínculos sólidos que los sostengan emocionalmente. “Allí se generan escenarios donde el malestar se profundiza sin que nadie lo note”, añade.

Señales de alerta y el rol clave de las familias

Los especialistas coinciden en que es fundamental prestar atención a señales que pueden indicar malestar profundo: aislamiento, cambios bruscos de conducta o ánimo, dificultades para dormir, pérdida de interés por actividades habituales, frases cargadas de desesperanza, irritabilidad sostenida o descuido personal.

Zappino remarca que “no deben minimizarse esas expresiones ni interpretarse como llamados de atención. Son pedidos de ayuda”. El trabajo en conjunto entre profesionales, familia y escuela resulta esencial para ofrecer un espacio donde el adolescente pueda expresar lo que siente sin juicio ni miedo.

La psicóloga agrega que el acompañamiento familiar debe basarse en la contención, la escucha y la regulación de los entornos digitales. “No se trata de prohibir, sino de estar presentes y enseñar a diferenciar lo real de lo construido”, explica.

Cuando la violencia digital destruye vínculos y fortalezas

Uno de los testimonios más conmovedores es el de Laura Sánchez, madre de Ema Bondaruk, una adolescente de 15 años que falleció tras atravesar una situación de extorsión, humillación y viralización no consentida de contenido íntimo. Su historia expone cómo las redes sociales y la presión digital pueden convertirse en un escenario devastador para jóvenes que no encuentran contención emocional.

El caso reabrió el debate sobre la aplicación de la Ley Olimpia, que protege los derechos digitales y permite exigir el retiro de contenidos que constituyan violencia. Laura, desde su dolor, trabaja hoy con organizaciones para visibilizar estos riesgos y acompañar a otras familias.

Zárate-Campana: una región en emergencia silenciosa

La zona de Zárate y Campana se convirtió en uno de los epicentros más sensibles del país. En apenas dos meses se registraron ocho muertes, cinco de ellas en un mismo corredor vial. Solo en octubre hubo 63 asistencias por episodios graves, una cifra que triplica el promedio nacional. Allí, el municipio y organizaciones como Tu Esperanza llevan adelante trabajos territoriales, guardias permanentes y contención directa a personas en crisis.

Su referente, María de los Ángeles González, explica que cada jornada reciben múltiples llamados: “A veces son adultos sin trabajo, otras veces adolescentes que sienten que no tienen a quién acudir. La soledad y la angustia aparecen como denominadores comunes”.

La salud mental juvenil requiere un abordaje transversal y políticas públicas que garanticen espacios de cuidado, contención y acompañamiento.

¿Dónde pedir ayuda?

Si necesitás orientación, acompañamiento o información, podés comunicarte con:

  • Hospital Bonaparte – Dispositivo de Urgencia en Salud Mental: 0800-999-0091
  • Ministerio de Salud de la Nación – Salud Mental y Adicciones: (011) 4379-9162
  • Asociación Argentina de Salud Mental: (011) 2000-6824
  • Centro de Asistencia al Suicida: Línea 135 (CABA y GBA)

Opinión pública: un llamado a la empatía

La sociedad argentina enfrenta un desafío que atraviesa hogares, escuelas y comunidades. La responsabilidad es colectiva: escuchar más, juzgar menos y construir entornos donde pedir ayuda no sea una vergüenza, sino un derecho. La salud mental no es un tema secundario; es un eje central para el futuro de nuestros jóvenes.

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Nota realizada por Todo Noticias