TAPA DEL DÍA: El impacto psíquico de la gestación subrogada en los recién nacidos Separar al recién nacido de la madre gestante en el mismo momento del parto puede dejar marcas invisibles pero profundas en su salud mental. Desde el útero, el bebé reconoce voces, ritmos y latidos. Su mundo empieza a tomar forma a partir de esas presencias. Cuando ese entorno desaparece de golpe, algo en la base de su subjetividad se resquebraja. La psicoanalista Piera Aulagnier diferenció el deseo de maternidad del deseo de hijo. El primero puede estar anclado en mandatos culturales o en el narcisismo adulto. El segundo, en cambio, implica reconocer al niño como un otro con derechos. En los esquemas de gestación subrogada mediada por contratos y pagos, esa alteridad se desvanece: el niño se transforma en objeto de deseo adulto, no en sujeto de derecho. ¿Qué ocurre cuando el lazo madre-hijo se rompe de forma deliberada? Aunque el bebé reciba luego amor y cuidados, su historia nace marcada por una ausencia forzada. La psiquiatra Ibone Olza advierte que esta separación temprana puede tener efectos irreparables: el niño pierde de forma programada el único entorno que conoce. Como dijo Winnicott: "no hay bebé sin un entorno". La industria de la subrogación, legal en algunos países y disfrazada de altruismo en otros, se sostiene sobre desigualdades estructurales. Lo demostró el reciente testimonio de Chimamanda Ngozi Adichie, quien admitió que contrató una madre subrogante para poder escribir sin interrupciones. La escena revela la verdad incómoda: no se trata de género ni raza, sino de clase. Quien gesta es, casi siempre, una mujer vulnerable. Quien encarga, alguien con poder adquisitivo. Durante la pandemia, más de cien bebés nacidos por subrogación en Ucrania quedaron varados sin poder ser retirados por sus padres contratantes. Las imágenes de salas llenas de cunas evidenciaron el carácter mercantil del sistema. ¿Qué tipo de subjetividad puede construirse cuando uno nace en ese contexto? En Argentina, las "entregas directas" durante los 90 —prácticas de apropiación encubierta— también mostraron las consecuencias devastadoras de separar al niño de su madre de origen por razones económicas. La reforma del Código Civil y Comercial de 2015 las prohibió, pero el debate sigue vigente: ¿se respeta realmente el consentimiento cuando está condicionado por la pobreza? La Convención sobre los Derechos del Niño es clara: los niños tienen derecho a conocer su origen y no ser objeto de compraventa. Sin embargo, la lógica adultocéntrica del deseo absoluto muchas veces se impone. En abril de 2025, España prohibió la inscripción automática de hijos por subrogación en el extranjero, salvo vínculo biológico o adopción legal. Una medida histórica que pone en el centro a la infancia. El problema no es el deseo de formar una familia, sino cómo se canaliza. El derecho a tener un hijo no existe; sí existe el derecho del niño a tener una familia que lo respete como sujeto. Convertir el nacimiento en una transacción implica borrar su historia de origen, su identidad, su derecho a ser alguien y no algo. **TAPA DEL DÍA** Este análisis no pretende juzgar, sino invitar a una mirada crítica y responsable. Amar también es cuidar, reparar y proteger la historia personal del otro. Porque cada niño tiene derecho a una historia que no empiece en una hoja de pedido, sino en un vínculo genuino y respetuoso. Y en todo este debate, lo urgente es volver a mirar: ¿qué lugar ocupa realmente la infancia? TAPA DEL DÍA