El Gobierno nacional resolvió postergar el tratamiento de la reforma laboral en el Senado y llevarlo recién al recinto en febrero, en una decisión que expone con nitidez cuáles son hoy las prioridades políticas y económicas de la administración libertaria. Aunque el proyecto de modernización del empleo logró dictamen en comisión, el oficialismo optó por ganar tiempo y concentrar todos sus esfuerzos en asegurar la aprobación definitiva del Presupuesto 2026. La hoja de ruta quedó clara en las últimas horas: para La Libertad Avanza, la ley de gastos e ingresos es el eje central del programa económico y cualquier modificación impulsada por la oposición podría poner en riesgo el equilibrio fiscal que el Gobierno considera innegociable. En ese contexto, la reforma laboral pasó a un segundo plano, aun cuando formalmente ya estaba en condiciones de ser debatida. Según reconstruyó, la jefa del bloque oficialista en el Senado, Patricia Bullrich, recibió durante esta semana una batería de propuestas de cambios por parte de senadores aliados y dialoguistas. Las observaciones abarcan distintos aspectos del proyecto y obligaron a recalibrar los tiempos. “No es la idea sacar todo a las apuradas”, admitieron desde el entorno legislativo del oficialismo. Desde el bloque de La Libertad Avanza explican que la directiva política fue clara: acelerar el trámite del Presupuesto 2026 en la Cámara alta y evitar que prospere cualquier modificación que altere el superávit fiscal. En paralelo, la reforma laboral quedó en pausa estratégica, con una nueva fecha tentativa de tratamiento fijada para el 10 de febrero. Una fuente con acceso directo a las negociaciones sostuvo que la postergación también responde a la necesidad de asegurar los votos necesarios en el recinto. “El dictamen está, pero queremos llegar con un respaldo sólido. Febrero nos da margen para ordenar el escenario”, señalaron. Sin embargo, Bullrich buscó despegar la decisión de cualquier dificultad política. En conferencia de prensa, la senadora fue tajante: “Los apoyos los tenemos”. Y remarcó que el aplazamiento no está vinculado a la media sanción del Presupuesto en Diputados. “A los proyectos que tenían inicio en esta cámara les dimos más tiempo para receptar los cambios que propusieron los demás”, explicó. La exministra también se refirió al debate presupuestario y dejó una señal clara sobre lo que vendrá en el Senado. Reconoció que en Diputados “algunas cosas no se votaron” y advirtió que, para el Gobierno, lo central es que la ley no vulnere el superávit fiscal. En esa línea, dejó abierta la puerta a insistir con la derogación de normas como el financiamiento universitario y la emergencia en discapacidad, que la oposición logró sostener en la Cámara baja. El reordenamiento de la agenda legislativa confirma que el oficialismo avanza con una lógica de prioridades estrictas, en la que el Presupuesto 2026 funciona como ancla política y económica. La reforma laboral, presentada como uno de los pilares del cambio estructural, deberá esperar. TAPA DEL DÍA
