La escena fue tan breve como elocuente. En el encuentro del Consejo del Partido Justicialista bonaerense realizado este viernes en Malvinas Argentinas, Máximo Kirchner apareció con una remera negra que no pasó inadvertida entre los dirigentes. “Juegan a primero yo, y después a también yo”, se leía en letras blancas, en una frase que muchos interpretaron como un mensaje directo en medio de la disputa interna por la conducción del peronismo provincial. La inscripción pertenece a una canción de los Fundamentalistas del Aire Acondicionado, pero su elección no fue tomada como un gesto casual. En un contexto marcado por negociaciones tensas, el detalle fue leído como una señal política dirigida al sector que responde al gobernador Axel Kicillof y al Movimiento Derecho al Futuro (MDF), que viene reclamando mayor protagonismo en la estructura partidaria. El episodio ocurrió mientras el PJ bonaerense avanzaba en una definición clave: el 15 de marzo fue la fecha acordada para la renovación de autoridades. El consenso llegó luego de semanas de conversaciones y con un elemento de presión concreto: el mandato de Máximo Kirchner al frente del partido había vencido el día anterior, lo que abría la puerta a eventuales complicaciones institucionales si no se establecía un cronograma. La reunión dejó al descubierto que el entendimiento es apenas un punto de partida. Dentro del PJ, la remera fue comentada en voz baja durante toda la jornada y sumó un condimento simbólico a una interna atravesada por recelos. Para varios dirigentes, el mensaje apuntó a cuestionar la estrategia del gobernador y de los intendentes que buscan un reordenamiento del poder partidario. El acuerdo por la fecha no fue sencillo. Desde el entorno de Kicillof se había planteado la posibilidad de postergar la elección interna hacia abril, pero la situación administrativa del partido aceleró los tiempos. En ese marco, el intendente de Lomas de Zamora, Federico Otermín, cumplió un rol clave como mediador y comenzó a sonar como posible figura de consenso. También aparecieron otros nombres, como el de la vicegobernadora Verónica Magario, mientras que en una etapa previa se había evaluado al ministro Andrés Larroque. Paralelamente, el MDF empezó a prepararse para un escenario de competencia. Durante la reunión, celebraron haber obtenido las claves digitales necesarias para cargar afiliaciones propias, un paso imprescindible en caso de que la interna no logre resolverse por consenso. Esas afiliaciones deberán ser validadas por el congreso partidario, presidido por el intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, uno de los principales negociadores del gobernador. Aunque desde La Plata insistieron en que Axel Kicillof mantiene una distancia formal del armado partidario, el seguimiento del proceso fue permanente. A la reunión asistió la secretaria general de Gobierno, Agustina Vila, como representante directa del Ejecutivo provincial. Su presencia buscó ampliar la integración de los apoderados, pero la iniciativa no prosperó por una cuestión formal: no está afiliada al PJ. En su lugar se designó a una funcionaria de su área, Sol Berriel. Desde el sector que responde a Máximo Kirchner marcaron errores operativos del espacio del gobernador y señalaron que otros nombres propuestos tampoco cumplían con los requisitos partidarios. Aun así, cerca del diputado insistieron en que “se va a seguir trabajando para llegar a una lista de unidad” y remarcaron que existe “predisposición” para un acuerdo. Del lado del MDF, el tono fue más cauto. Uno de sus negociadores afirmó tras la reunión que “no hay una situación de unidad” y planteó que la discusión excede los nombres: se trata, dijo, de modificar la lógica de funcionamiento del PJ bonaerense y de construir un respaldo orgánico a la gestión provincial, con proyección nacional hacia 2027. Con el calendario definido, las próximas semanas serán decisivas. Los distintos sectores ya trabajan contrarreloj en la carga de afiliaciones y no se descarta la convocatoria a un congreso partidario virtual para redefinir la integración de la junta electoral. En ese escenario, cada gesto cuenta, y en el PJ nadie pasó por alto el mensaje que Máximo Kirchner eligió llevar puesto. Opinión pública Más allá de las formalidades y los comunicados de buena voluntad, la remera de Máximo Kirchner funcionó como un recordatorio de una verdad incómoda: la discusión en el PJ bonaerense no es solo electoral, sino de liderazgo y de método. En un momento en el que el peronismo busca reordenarse frente a un escenario nacional adverso, los mensajes implícitos parecen decir más que las resoluciones votadas. TAPA DEL DÍA