La noche del viernes dejó más que un resultado parlamentario. La aprobación del Presupuesto marcó un punto de inflexión para el Gobierno de Javier Milei, que logró su primer gran triunfo legislativo en el Senado y abrió una nueva etapa de poder con margen político ampliado. Pero, como ocurre desde el inicio de la gestión, el éxito vino acompañado de señales inquietantes hacia adentro. Patricia Bullrich se mostraba confiada incluso antes del desenlace. “Habla Mayans y hablo yo, ponele una hora”, deslizó en los pasillos del Congreso cuando el debate entraba en su tramo final. El oficialismo ya saboreaba la victoria del Presupuesto insignia del mileísmo, un objetivo largamente trabajado y resistido. Hay una lógica que se repite en la experiencia libertaria: el péndulo permanente entre el todo o nada. La derrota del 7-S, la sorpresiva remontada del 26-O, el traspié en Diputados con el capítulo XI —impulsado por Luis Caputo para insistir con el veto a fondos para Discapacidad y Universidades— y, ahora, el triunfo cerrado en el Senado. Avanzar en zigzag parece haberse convertido en método. En esa estrategia se inscribe la nueva línea de conducción política integrada por Manuel Adorni, Diego Santilli, Patricia Bullrich y Martín Menem. Todos orbitan bajo la autoridad de Karina Milei, la “Hermana de Hierro”, con la mirada siempre presente de Lule Menem, el operador silencioso que observa sin exponerse. Un panóptico libertario que custodia a Javier Milei en la cima del poder. Del otro lado, el círculo cercano reconoce que Santiago Caputo quedó fuera del juego. La interna, lejos de disiparse, se reconfigura. Ni siquiera el polémico artículo que eliminó el piso del 6% del PBI para Educación alteró el curso de la sesión. El Presupuesto fue aprobado en general con 46 votos a favor, 25 en contra y una abstención. El artículo más cuestionado reunió 42 votos positivos, 28 negativos y dos abstenciones. El respaldo de los gobernadores fue decisivo y se reflejó en los palcos, donde sonreían los hombres fuertes del oficialismo. A las 22.27, la política se trasladó al terreno simbólico. Una selfie tomada por Diego Santilli junto a Martín Menem y Patricia Bullrich comenzó a circular por WhatsApp. La imagen, celebratoria, funcionó también como un mensaje interno: hay un nuevo núcleo duro que se muestra y se exhibe. Karina Milei, en cambio, eligió no decir nada. Con este escenario, Milei inicia 2026 sin una oposición capaz de marcarle límites claros. El frustrado capítulo XI fue apenas un test para medir hasta dónde puede avanzar un Gobierno que siente que tiene el control del tablero. La pregunta ya no es si avanzará, sino cuándo y contra quién. En paralelo, otro frente se mantiene en tensión: la disputa con la AFA. Cerca de Claudio “Chiqui” Tapia relativizan el conflicto y apuestan al calendario. El Mundial aparece como un límite político evidente. La Justicia, sin embargo, avanza. Tapia y Pablo Toviggino fueron imputados por la presunta retención indebida de aportes jubilatorios por más de 19 mil millones de pesos, la primera acusación formal que los compromete directamente. Las investigaciones se extienden y alcanzan a empresarios, financistas y estructuras cambiarias bajo sospecha. Informes de la UIF, Procelac, IGJ y entidades bancarias privadas ya están en manos de la jueza federal María Eugenia Capuchetti. Se habla de maniobras con dólares oficiales, mercado informal y una red de casas de cambio que habría operado durante años con complicidades. El entramado judicial roza a figuras públicas y revive viejas polémicas, incluso aquellas que en su momento tocaron de cerca al propio Milei cuando era diputado. Un recordatorio incómodo de que, en la Argentina, las causas no siempre duermen para siempre. Mientras tanto, el disciplinamiento interno parece consolidarse como marca del oficialismo. Mensajes, audios y gestos ordenan la tropa y exhiben quién conduce y quién obedece.  La política argentina vuelve a mostrar su rasgo más persistente: los triunfos nunca son definitivos y las internas nunca descansan. En este nuevo mapa, Javier Milei gobierna con Presupuesto aprobado, poder concentrado y un entorno que se reacomoda. El desafío será sostener el orden interno sin que las fotos hablen más fuerte que las decisiones. TAPA DEL DÍA Opinión pública: la aprobación del Presupuesto le dio al Gobierno una legitimidad institucional clave, pero la exhibición de poder sin contrapesos visibles suele ser una tentación peligrosa. La historia reciente enseña que, en la Argentina, las internas mal gestionadas terminan siendo el primer límite real para quienes creen que ya ganaron todo.