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Economía

En Provincia no hay Farmacity, pero sí medicamentos más caros

Mientras en Capital Federal los medicamentos se consiguen a menor precio por la competencia entre cadenas, en la Provincia de Buenos Aires rige una ley que blinda a las farmacias tradicionales y les garantiza el monopolio. El Colegio de Farmacéuticos, el principal defensor de este modelo cerrado, guarda silencio sobre los altos precios que paga la gente.

  • 08/08/2025 • 17:38

En la Provincia de Buenos Aires rige una ley que, lejos de proteger al consumidor, consolida un modelo monopólico donde las farmacias operan sin competencia, fijan precios a su antojo y actúan como dueñas absolutas del mercado. Mientras tanto, los bonaerenses pagan los medicamentos mucho más caros que en la Ciudad de Buenos Aires.

La Ley 10.606 impide desde 1987 que cadenas como Farmacity, Dr. Ahorro o similares puedan instalarse en territorio provincial. A diferencia de la Ciudad Autónoma, donde estas cadenas compiten por precio, promociones y servicio, en Provincia el acceso está restringido a farmacias propiedad de farmacéuticos matriculados, agrupadas y defendidas férreamente por el Colegio de Farmacéuticos.

Este modelo se presenta como una defensa del “cuidado profesional”, pero en la práctica actúa como un cerrojo legal que impide la libre competencia y consolida un sistema donde los precios suben sin control, y donde el usuario queda atrapado entre pocos jugadores que no tienen ninguna presión para mejorar precios ni servicios.

“En Capital, un mismo medicamento cuesta entre 20% y 40% menos. ¿La diferencia? Hay competencia. Acá, te cobran lo que quieren y nadie los regula de verdad”, señalan desde organizaciones de defensa del consumidor. En muchos casos, incluso los productos de perfumería, higiene o venta libre llegan a duplicar su valor respecto a la Ciudad.

El Colegio de Farmacéuticos, principal defensor de esta ley, sostiene que “el medicamento no es una mercancía” y que debe ser controlado por profesionales. Sin embargo, en la práctica, la falta de competencia beneficia directamente sus propios intereses económicos, mientras deja al ciudadano pagando precios más altos y sin alternativas.

El intento de Farmacity de ingresar a la Provincia llegó incluso a la Corte Suprema, pero fue rechazado por considerarse contrario a la legislación vigente. El resultado: se consolidó un modelo cerrado, corporativo y profundamente perjudicial para los usuarios.

Hoy, mientras en Capital Federal las cadenas compiten con ofertas, descuentos y horarios extendidos, en la Provincia el monopolio farmacéutico se mantiene intacto. ¿Quién protege a los bonaerenses? ¿Cuánto más hay que pagar para sostener privilegios disfrazados de “profesionalismo”?

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