TAPA DEL DÍA Las tragedias en Argentina no son hechos aislados: del boliche República Cromañón al fentanilo contaminado de HLB Pharma, la historia reciente revela un patrón inquietante. Una cadena de negligencias, omisiones y posibles complicidades de funcionarios estatales ha puesto en riesgo la vida de cientos de personas. El análisis de cuatro grandes casos demuestra la recurrencia de las fallas: el incendio en Cromañón (2004), el triple crimen de General Rodríguez vinculado al negocio de efedrina (2008), la Tragedia de Once (2012) y el hundimiento del submarino ARA San Juan (2017). En cada caso, la ausencia de controles efectivos y la desidia de los organismos responsables dejaron un saldo de cientos de víctimas y decenas de funcionarios procesados o condenados. El denominador común es el mismo: el Estado, encargado de prevenir y garantizar la seguridad, se convirtió en un eslabón débil en la cadena de protección. En el caso reciente del fentanilo contaminado, 96 personas fallecieron tras recibir medicación adulterada. Las investigaciones apuntan a graves fallas de la ANMAT y del INAME, que desoyeron alertas previas y permitieron que productos peligrosos llegaran a los pacientes. Entre los responsables de tragedias anteriores y actuales se encuentran ministros, secretarios de transporte, altos mandos de la Armada, funcionarios de salud pública y directivos de laboratorios. Las investigaciones judiciales y los dictámenes de la Procuraduría de Investigaciones Administrativas han sido contundentes: la negligencia y la insuficiencia de los controles estatales generaron riesgos inaceptables para la población. La justicia ha coincidido en cada caso: en Cromañón, la Tragedia de Once y el hundimiento del ARA San Juan, las muertes fueron resultado directo de la desidia estatal y del incumplimiento de los deberes legales de protección. Como remarca el fiscal Juan Carlos López Paullier, “la tragedia no se debió a la fatalidad, sino a la suma de incumplimientos criminales del Estado”. El patrón se repite: inspecciones ineficaces, alertas ignoradas, vínculos cuestionables entre funcionarios y privados, corrupción y mala gestión. El denominador no es político ni coyuntural: se trata de una falla estructural que atraviesa gobiernos de distintos signos y afecta directamente la vida de los argentinos. Hoy, la causa por el fentanilo adulterado sigue en desarrollo, con 17 imputados y allanamientos a altos funcionarios del Ministerio de Salud, mientras la sociedad observa con preocupación cómo se repite una historia conocida. Esta nueva tragedia, que ya recibe el apelativo de “Cromañón sanitario”, confirma que la prevención y la supervisión estatal continúan siendo un eslabón crítico y descuidado. La memoria de cada tragedia, desde Cromañón hasta el fentanilo mortal, exige una lección clara: sin controles efectivos y funcionarios comprometidos, el riesgo no es fortuito, sino consecuencia de la negligencia sistemática. Opinión pública: La repetición de estos hechos sugiere que, más allá de los juicios y condenas, la sociedad demanda un cambio profundo en los sistemas de control y supervisión, para que la tragedia no se vuelva a repetir. TAPA DEL DÍA