La tensión política que emergió en las últimas horas reveló un escenario complejo y lleno de matices dentro del Gobierno nacional. El choque entre Karina Milei y la vicepresidenta Victoria Villarruel, sumado al creciente silencio de figuras clave de la Selección campeona del mundo, configuró un clima de incertidumbre que preocupa en la Casa Rosada. La discusión volvió a escalar cuando Javier Milei, en un encuentro reducido, aseguró: “Yo llego hasta la camiseta de Verón”, en alusión al posteo que realizó apoyando la decisión de Estudiantes de dar la espalda al homenaje exigido por la AFA para Rosario Central. Esa frase sintetiza la estrategia presidencial: avanzar en el conflicto, pero con cautela, sin romper del todo los puentes con un actor que conserva enorme influencia en lo deportivo, lo político y lo judicial. La Casa Rosada celebra el desgaste público de Claudio “Chiqui” Tapia, pero evita un enfrentamiento directo. La decisión de bajarse del viaje a Estados Unidos, donde debía participar del sorteo del Mundial 2026 junto a Donald Trump, Gianni Infantino y el propio Tapia, refleja un equilibrio frágil. El Gobierno observa, mide y calcula cada movimiento, consciente del impacto social que tomó el escándalo por el “campeonato por decreto”. La cronología del conflicto es ya conocida: una reunión del Consejo de la AFA que terminó en coronación improvisada, un festejo de cumpleaños, un reglamento con fecha dudosa y una sanción disciplinaria firmada por magistrados de enorme poder. Entre ellos, Sergio Fernández —hermano de Javier Fernández— y figuras como Néstor Barral o Esteban Mahiques. La presencia de estos nombres en el Tribunal de Disciplina encendió cuestionamientos sobre la legitimidad de las decisiones y sobre el modo en que se entrelazan fútbol y justicia. Ese entramado es justamente el que lleva al Gobierno a moverse con pies de plomo. Tapia, más allá del desgaste, conserva vínculos sólidos con dirigentes, jueces y, sobre todo, con los campeones del mundo. El hermetismo de futbolistas como Ángel Di María, tras el episodio que lo dejó envuelto en una resolución polémica, es leído en la Casa Rosada como una señal inquietante. La figura del ídolo siempre fue uno de los pilares del poder del titular de la AFA, y su silencio genera ruido político. “Los ídolos quieren que la gente los quiera”, explican en sectores del Gobierno, donde interpretan que la jugada de Tapia con Rosario Central pudo haberlo dejado expuesto ante quienes le daban legitimidad emocional. Por eso, en Balcarce 50 prefieren avanzar lentamente y dejar que el desgaste sea visible sin confrontar abiertamente. Mientras tanto, Patricia Bullrich asumió un rol central. Desde su nueva posición en el Senado, pidió revisar la transparencia de las regulaciones de la AFA. Su intervención muestra que la discusión excede lo deportivo y se proyecta hacia una puja interna que la enfrenta, otra vez, con Victoria Villarruel. El episodio en el Senado: un gesto que dice más que mil palabras La asunción de los nuevos senadores dejó una postal que sorprendió a propios y extraños. Karina Milei llegó acompañada por funcionarios y la custodia de la Policía Federal, pese a que no contaban con palco autorizado por la presidencia del Senado. Cuando intentaron avanzar, la seguridad —dependiente de Villarruel— se los impidió. Hubo un instante tenso, sin palabras, donde las miradas y algunos empujones marcaron territorio.  La escena dejó en evidencia un choque de poder que empieza a jugar en distintos espacios: el Congreso, la seguridad institucional y el armado político que impulsa Bullrich dentro del Senado. El desembarco de la hermana del Presidente en ese territorio anticipa nuevas tensiones. Rumores, poder e investigaciones En los premios Alumni, dirigentes de peso se preguntaban si Tapia no llevó demasiado lejos su estrategia. El clima social cambió y esa modificación impacta directamente en los liderazgos. La designación del Chiqui como referente ante la FIFA por parte de la CONMEBOL, lejos de apaciguar, generó más suspicacias. Pablo Toviggino celebró en redes sociales con un mensaje llamativo que fue leído como una provocación política. El trasfondo judicial también suma inquietudes. Las maniobras investigadas en torno a Sur Finanzas, firma vinculada al financista Ariel Vallejo —íntimo del presidente de la AFA—, incorporaron a los clubes al expediente impulsado por la fiscal Incardona. Crece así un entramado que mezcla arbitrajes polémicos, favores económicos y decisiones deportivas definidas fuera de la cancha. Macri, Grondona y la sombra del “todo vuelve” En una entrevista reciente, Mauricio Macri sostuvo que el fútbol argentino está “sumergido en la oscuridad”. Para él, la figura de Tapia es un producto de un proceso que comenzó tras la salida de Julio Grondona y derivó en un sistema con grietas profundas. Un dirigente con larga trayectoria en política y deporte dejó una frase que resuena en la Casa Rosada: “Está entrando agua a un dique que se va a romper, salvo que Argentina salga campeón”. La idea de que “todo pasa”, inmortalizada por Grondona, hoy se combina con otra que parece más certera: “Todo vuelve”. Una metáfora que enmarca una transición donde nada parece estable y cada gesto tiene un costo político elevado. OPINIÓN PÚBLICA La percepción social se inclina hacia un hartazgo creciente frente a los manejos opacos en el fútbol y a los enfrentamientos internos del Gobierno. En la calle, el humor dominante es simple: que la dirigencia deje de usar el deporte como plataforma de poder. En este escenario convulsionado, la ciudadanía observa con atención y desconfianza, esperando señales de transparencia que aún no llegan. TAPA DEL DÍA