El casino en el bolsillo: cómo las apuestas online están capturando a la infancia Por Redacción del Diario Tapa Del Día Las máquinas ya no están en los casinos: viven en nuestros bolsillos. En un mundo donde lo virtual ha reemplazado a lo real como escenario principal de la vida cotidiana, los niños ya no sueñan solamente con goles, estrellas de rock o influencers: también sueñan con ganarle a la ruleta. Desde sus celulares, en la escuela o en sus casas, ingresan a un universo diseñado para seducirlos con la promesa de riqueza inmediata. Es el nuevo rostro del capitalismo digital: las apuestas online como forma de captura emocional, simbólica y económica. La hibridación entre humanos y tecnología que anunciaba Freud se ha concretado con crudeza. Las prótesis tecnológicas, ahora inseparables del cuerpo, generan una subjetividad cyborg: pantallas pegadas a las manos, deseos filtrados por algoritmos, y la promesa constante de que un clic puede cambiar el destino. En este nuevo orden, el niño deja de jugar para entretenerse: ahora juega para ganar dinero. O perderlo todo. Los casinos virtuales han entendido mejor que nadie el lenguaje del deseo infantil. Con publicidades insertas en eventos deportivos, camisetas de ídolos y redes sociales, se presentan como portales mágicos al éxito. No es casualidad que la Selección Argentina, campeona del mundo, lleve en el pecho la marca de un casino online: Betwarrior. El mensaje es claro, directo y sin mediaciones. Llega al celular del niño como si fuera un regalo de la diosa Fortuna. Estos espacios digitales están disponibles 24/7. No conocen de horarios, ni de sueño, ni de aburrimiento. Alimentan la sobreexcitación constante. Y si el jugador es menor, mucho mejor: será más vulnerable al canto de sirena que le ofrece duplicar su apuesta con solo tocar la pantalla. Las primeras recargas llegan acompañadas de bonos "de bienvenida": 50.000, 70.000 o hasta 100.000 pesos de crédito gratuito para apostar. El anzuelo está cebado. Mientras tanto, padres y docentes apenas pueden advertir lo que sucede. El niño apuesta en silencio, en el asiento del fondo del aula o en su habitación. El dinero es virtual, la trampa es invisible. El tiempo real —ese que mide en nanosegundos— elimina cualquier distancia geográfica: puede apostar en un partido en Catar o en México con la misma naturalidad con que sube una historia a Instagram. La crítica aquí no es solo moral. Es política. El capitalismo de plataformas ha transformado el entretenimiento infantil en un negocio millonario donde los más chicos son el target privilegiado. No hay filtros, no hay pausas, no hay advertencias. Solo un loop infinito de dopamina, deseo y pérdida. La infancia, en este contexto, queda atrapada en una red donde el azar es presentado como habilidad, la suerte como mérito, y el fracaso como simple mala racha. No se trata de demonizar la tecnología, sino de visibilizar las formas en que la economía digital manipula los anhelos más puros con objetivos de rentabilidad. En palabras claras: la niñez está siendo convertida en cliente. Desde TAPA DEL DÍA proponemos abrir el debate, reflexionar y —sobre todo— intervenir. No alcanza con advertir el peligro. Es momento de construir herramientas para desprogramar estas trampas disfrazadas de juego. El bosque de Hansel y Gretel hoy se llama "casino online". Una opinión necesaria Si bien se habla del avance tecnológico como inevitable, no puede ser excusa para tolerar pasivamente el avance sobre los cuerpos y subjetividades de nuestros niños. Es momento de que el Estado, los medios y las familias tomen posición. La infancia no puede seguir siendo el laboratorio de ensayo del marketing más salvaje. No es progreso si destruye lo más valioso: la capacidad de jugar sin miedo, sin deudas y sin trampas.