TAPA DEL DÍA En la zona comercial de la avenida Juan B. Justo, a metros del puente sobre el arroyo, una pareja se ha convertido en parte del paisaje urbano por un motivo inquietante: sus discusiones a viva voz, cargadas de reproches y tensiones que se repiten casi a diario. La escena, lejos de sorprender, ya forma parte de la rutina de comerciantes, vecinos y transeúntes. Quienes frecuentan el lugar describen un comportamiento recurrente. La pareja suele llegar caminando por la vereda, muchas veces visiblemente alterada. Apenas intercambian algunas palabras, la discusión se enciende de manera inmediata. Los planteos suelen ser confusos, los reproches se superponen y la escalada verbal aparece sin un motivo claro. No es extraño que los diálogos terminen en forcejeos leves o movimientos bruscos que obligan a quienes pasan por allí a alejarse para evitar quedar en medio del conflicto. La situación se volvió tan repetitiva que algunos frentistas bautizaron a la pareja como “una relación desgastada”, un apodo que refleja la percepción colectiva sobre el deterioro emocional que exhiben ambos. Lo que más sorprende es la dinámica pendular del vínculo: pasan del enojo extremo a breves momentos de aparente calma, solo para retomar la discusión minutos después. Este ciclo constante genera desconcierto e incomodidad entre quienes circulan por la zona. Comerciantes afirman que ya pueden anticipar la hora en que la pareja suele aparecer. Relatan discusiones extensas sobre temas triviales, acusaciones cruzadas sin sentido y frases repetidas que muestran un patrón que se mantiene en el tiempo. Para muchos, el problema no radica únicamente en la molestia sonora, sino en el impacto emocional que esta escena genera en los vecinos. “Uno nunca sabe si va a ser solo una discusión o si la situación puede escalar”, comparte una vecina del sector. Aunque los episodios no suelen requerir una intervención constante de las autoridades, sí generan preocupación sobre la falta de contención y los riesgos que un vínculo tan inestable puede implicar, incluso para terceros. El conflicto, que ya es parte de la vida diaria de la zona, desnuda un fenómeno que ocurre a la vista de todos: relaciones marcadas por el desgaste, la repetición y la falta de límites claros. La comunidad observa, a veces con resignación, otras con angustia, cómo esta pareja queda atrapada en un vínculo que parece no encontrar salida. TAPA DEL DÍA. Opinión pública: La reiteración de este tipo de conflictos a la vista de todos refleja un fenómeno que excede el caso puntual. Muchos vecinos consultados coinciden en que la exposición constante de vínculos deteriorados habla también de la falta de espacios de contención comunitaria y del aumento de situaciones de tensión emocional en la vida urbana. La sensación de “normalización” frente a conductas dañinas evidencia un desafío social que requiere atención y acompañamiento.